¿Te di tan poco, Señor Jesús,
pero tú hiciste de eso algo tan grande!
Soy tan poca cosa ante ti,
y me tomaste tan rico.
No conseguí darte
todo lo que hubiera deseado,
ni logré amarte como yo quería y soñaba.
Te di tan poco, de verdad tan poco,
y con tan poco entusiasmo y alegría.
Sin embargo, tú sabes que en ese “poco”
yo quise poner todo mi corazón.
Tú ves en el fondo de mí mismo,
con mi deseo de darte mucho más.
Como transformas mi pobreza en riqueza
y mi vacío en plenitud,
toma mi don tal como es,
toma también todo lo él no es
a fin de que en mí haya entrega total,
con mi propia miseria,
y sea todo de nuevo recreado,
por el poder soberano de tu amor.
Amén.
Ignacio Larrañaga.
Encuentro, manual de oración. Pág: 15.