Espíritu Santo.

 

Oración al Espíritu Santo.

Ven, Espíritu Santo

y envía desde el cielo

un rayo de tu luz.

Ven, Padre de los pobres,

ven a darnos tus dones,

ven a darnos tu luz.

Consolador lleno de bondad,

dulce huésped del alma,

suave alivio de los hombres.

Tú eres descanso en el trabajo,

templanza en las pasiones,

alegría en nuestro llanto.

Penetra con tu santa luz en lo más íntimo

del corazón de tus fieles.

Sin tu ayuda divina, no hay nada en el hombre,

nada que sea inocente.

Lava nuestras manchas, riega nuestra aridez,

cura nuestras heridas.

Suaviza nuestra dureza.

Elimina con tu calor nuestra frialdad,

corrige nuestros desvíos.

Concede a tus fieles que en ti confían

tus siete dones sagrados.

Premia nuestra virtud, salva nuestras almas,

danos la eterna alegría.

Amén.

 

Evangelizar... ¿yo?

Evangelizar.

 

Hablar de evangelizar, suele producir un cierto temor. Cuando en una parroquia se habla del tema, algunos se apuran a responder:  ¿Yo,  y qué voy a decir?

Otros piensan que es sólo  la catequesis de primera comunión. Y están los que piensan  que evangelizar es llevar la palabra a los países más lejanos, ser misioneros.  Evangelizar es todo eso y  mucho más.

 

Llevar la palabra no es tarea de un momento es tarea de toda la vida. En nuestro círculo de amigos, en la oficina o en el aula estudiantil siempre hay un momento que nuestro mensaje, nuestra palabra en un momento difícil, puede servir para aliviar a un hermano, mostrarle un mundo esperanzador o simplemente escucharlo en su dolor. Muchas veces evangelizamos más con nuestro testimonio de vida que con las mejores palabras. El ejemplo es la mejor palabra evangelizadora.