Dame algo de tu misericordia
María de Jerusalén.
Dame tu mirada generosa,
para aceptar lo que no entiendo,
aprender de tu silencio,
ante la muerte de tu hijo.
Quiero ser fuerte como tú ante la cruz,
ser fiel
a Dios Padre,
aunque no entienda sus designios,
y abandonarme
contra viento y marea,
en su amor.